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La Generación Milenio

  • Guilherme Gimenes
  • 9 mar 2017
  • 5 Min. de lectura

La “Generación Milenio”, o también llamada de “Generación Y”, son las personas que nacieron entre los años 80 y la pasada década, y que crecieron en una época de rápido desarrollo de las nuevas tecnologías, y casi no recuerdan cómo era el mundo sin Internet. Son llamados de idealistas, impacientes y están bien preparados académicamente. Muchos de nosotros han tenido oportunidad de viajar por el mundo a una edad temprana, de estudiar en las mejores universidades y de trabajar en empresas multinacionales y extranjeras. Los investigadores destacan entre nuestras características la falta de madurez, el individualismo, unas altas expectativas, la confianza en sí mismos, una autoestima inflada y la necesidad de comodidad. Pero al mismo tiempo, también subrayan rasgos como la capacidad de adaptarse a nuevas condiciones y cambiar de hábitat y de trabajo, así como la de crecer rápidamente y resolver varios problemas simultáneamente. La generación Y se compone de este tipo de personas que quieren todo a la vez. La gran mayoría de nosotros no están dispuestos a soportar un trabajo poco interesante y rutinario, no quieren dejar las cosas buenas para luego. Lo que sí quieren es dejar su huella en la historia, vivir una vida interesante, formar parte de algo grande, crecer y desarrollarse, cambiar el mundo que les rodea, y no solo ganar dinero.

Sin embargo, el gran problema de la generación Y es que, de alguna manera, nosotros aun no somos felices. Nosotros somos una generación de una bajísima autoestima, con tantos problemas que muchas veces somos incapaces de resolverlos. Como fue dicho en la entrevista de Simon Sinek, estoy totalmente de acuerdo de que los principales culpables son los padres y la tecnología en general.

No es algo nuevo si les digo que la generación de los nuevos padres de hoy en día no están preparados para serlo, o talvez no quieran estar preparados. Ellos crean sus hijos con la idea de que ellos pueden tener todo lo quieren, cuando quieren, solamente porque quieren. Los valores de educación, amor y cariño ya no están tan presentes en las familias del siglo XXI. Otro grave problema de nuestra generación es que, realmente, tenemos todo gracias a la tecnología. Los teléfonos en nuestros bolsillos pueden hacer simplemente todo, desde pagar un producto hasta tener acceso a las redes sociales. Enviar mensajes y comunicarse con personas de todo el mundo. Rápido acceso a cualquier forma de comunicación a cualquier momento. Somos una generación adicta a esa tecnología, principalmente a las redes sociales. Al despertar en la mañana, la primera cosa que la gran mayoría de nosotros hacemos es ver si hay algo de nuevo en nuestros teléfonos. Ojalá un mensaje importante, o un video interesante. La más grave consecuencia de esta falta de comunicación interpersonal, es que no tenemos verdaderos amigos. Si preguntamos a los jóvenes se ellos tienen amigos, todos van a decir que sí, pero en el primer chance van a revelar que los amigos que tienen no son verdaderos, y que si necesitan de ellos en algún momento, ellos no están ahí. ¿Cómo sé de ello? Yo soy parte de esa generación; sé cómo las amistades son importantes, y aún más que es muy complicado tener verdaderos amigos hoy en día.

La razón de que no tenemos amigos es que, todo el tiempo, estamos más interesados en hacer parte de un grupo social, o estar a todo momento en las redes sociales, que tener verdades interacciones interpersonales con otras personas. En la escuela, caminamos por el pasillo con el teléfono en las manos, chequeando el Facebook. En el trabajo, durante una reunión o en el almuerzo, estamos chequeando correos de nuevas ofertas en un perfecto sitio de ventas, y no hablando con nuestros colegas. Si tengo que decirlo en palabras de más fácil comprensión… Somos la generación que vive en el internet, y no en el mundo real. Somos impacientes, porque hacemos las cosas de una manera muy fácil, y cuando de verdad necesitamos hacer algo que requiere más esfuerzo, no lo podemos, porque es “muy difícil” o “hacerlo me va a tomar mucho tiempo”. Como Simon Sinek dijo en la entrevista: Queremos subir montañas, pero por nuestra impaciencia, queremos pasar directamente al otro lado. Sin embargo, así no funcionan las cosas. Aún hay una montaña en el medio del camino, y la única manera de ir hacia el otro lado es subirla.

Es muy triste ver que, cada vez más, mi generación sufre de problemas como estrés, ansiedad, depresión, alcoholismo, y otros problemas psicológicos graves. Yo tengo muchos amigos que sufren de ello todos los días. Amigos con depresión, amigos que no tienen gana de vivir, amigos que no encuentran razones para la felicidad, amigos que están a todo momento estresados y enfrentando problemas. Vivimos, constantemente, en un ambiente de puro estrés, que ve a las personas como números, y no como personas de verdad, que tienen sentimientos y opiniones. Por esa razón, la generación Y es descrita como la generación con ninguna confianza. Por todos los problemas que tenemos como la tecnología y la mala conducta de los padres, no podemos crear fuertes y profundas relaciones.

Yo soy la generación que, muy probablemente, nunca va a encontrar la verdadera felicidad. Todos nosotros la estamos buscando, pero algunos la van a buscar por toda la vida. Es triste saber que muchas personas que hoy en día están viviendo, lo hacen sin un propósito, completamente perdidos en sus pensamientos y problemas. Nos culpamos a nosotros mismos porque no somos felices, o porque no encontramos un propósito, o porque no tenemos amigos, o porque somos considerados feos y gordos, o porque sufrimos de depresión. Todo es nuestra culpa. Nos culpamos a nosotros mismos por nuestros problemas, aunque la culpable es la sociedad cuya vivimos. No podemos ser nosotros mismos en una sociedad sin confianza, con prejuicios, que nos dice todo el tiempo que somos fracasados e inútiles. Mi generación es la de las personas perdidas, que solas viven esperando el momento de ya no más vivir, buscando por toda la vida el gran trabajo, el gran impacto, la verdadera felicidad.

Yo admito que no vivo sin el internet o la tecnología en general. No obstante, nunca dejo de decir que todo en exceso es malo. Alcohol no es malo, mucho alcohol es malo. Tomar agua es perfecto, tomar mucha agua hace mal a la salud. Las redes sociales no son malas, un exceso en el uso de ellas puede ser fatal. La generación Milenio necesita encontrar un balance entre la vida real y la vida virtual, y de esa manera, intentar a buscar una felicidad que hoy en día no existe.


 
 
 

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